Las normas o reglas en Japón lo son todo. La sociedad japonesa, a lo largo de los siglos, ha construido un manual de comportamiento. A cada situación se responde de una forma determinada. Hay poco lugar para la improvisación. Desde fuera, los vemos como gente ordenada, y es porque se trata de un país que ha construido una especie de reglamento social: normas a veces no escritas, y otras que sí lo están.
En el año 2008, un mono salvaje irrumpió en la estación central de Tokio hacia las 9 de la mañana. Se personaron en el lugar hasta 30 policías equipados con redes de captura. Sin embargo, el mono se pasó cerca de dos horas dando vueltas, hasta finalmente acabar en el Parque Yoyogi, a varios kilómetros de distancia. ¿Qué ocurrió? No existía un manual de actuación para este caso. No estaba contemplado.
Esto ejemplifica la forma de pensar en la sociedad japonesa. Por eso, a nadie debe sorprender encontrarse con todo tipo de normas al entrar en cualquier local. En los hoteles, nada más llegar, es común que te ofrezcan un listado. En los colegios también son muy comunes, con códigos de vestimenta que cambian con cada centro de enseñanza.
Existe un caso que se hizo bastante popular, por lo insólito que resultó.
El curioso caso de la alumna de pelo castaño

Es habitual que en las escuelas japonesas no se permita que acudan alumnos con el pelo teñido. No obstante, esta regla desaparece y se vuelve en contra de aquellos chicos o chicas que no tengan el pelo de color negro. En dichos casos, se les puede forzar a teñirse de negro para no diferenciarse del resto de alumnos. Es lo que le ocurrió a Sakaya Akimoto en el instituto Kaifukan (Osaka). Tenía el pelo castaño, y los profesores la instaron a teñirse, motivo por el que fue a juicio en defensa de sus libertades.
«Las reglas son importantes, pero creo que hay cosas que lo son más»
Sakaya Akimoto, alumna afectada por las reglas del instituto Kaifukan
En Japón existe una gran cantidad de normas, escritas y no escritas: para sentarse, beber, pagar, usar el baño, disculparse, interactuar con los jefes… La lista es tan larga que en ocasiones ellos mismos piensan que muchas reglas son inútiles o no tienen sentido. No obstante, tampoco existe una voluntad decidida a acabar con ellas, ya sea porque se originan en instancias superiores o tienen mucha antigüedad (y ya se sabe el respeto que hay en Japón por lo antiguo).
¿Pero qué ocurre cuando algunas de estas reglas chocan contras las libertades de las personas? Ahí está el quid de la cuestión, y es probablemente el único camino para que algunas de estas (innecesarias, y a veces sectarias) reglas acaben desapareciendo.
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